El “S” de ESG: las personas en el centro de la cadena
Por Júlia Gabriela Dick, Coordinadora de Producción de Papel en Trombini Embalagens S/A y magíster en Ingeniería y Ciencias Ambientales
Después de hablar sobre la “E” de ESG, es momento de mirar con más atención la “S”, el pilar social. Si la esfera ambiental moviliza inversiones y transforma procesos productivos, la dimensión social desafía a las empresas a observar a las personas que construyen los resultados, dentro y fuera del entorno fabril.
La “S” comienza con el respeto a las condiciones de trabajo, salud y seguridad, pero también incluye diversidad, equidad, inclusión, relacionamiento con comunidades y desarrollo humano. La cadena de embalajes, por ejemplo, emplea a miles de personas en diferentes eslabones, desde el suministro de materia prima hasta el consumo del producto final. Cada decisión de proyecto, de diseño o de suministro conlleva implicaciones sociales que rara vez son visibles.
Pero el impacto del sector no termina en los portones de la fábrica. La industria de embalajes tiene un papel directo en la vida cotidiana de las personas, ya sea por la generación de empleos, el apoyo a cooperativas de reciclaje, la influencia en el comportamiento del consumidor o incluso por la manera en que estimula economías locales. Cuando una empresa opta por materiales reciclables, rediseña su logística inversa o invierte en educación ambiental, está moldeando hábitos y fortaleciendo vínculos comunitarios. La “S”, en este sentido, se traduce en presencia y responsabilidad social ampliada.
Existe un desafío adicional: medir la “S”. Mientras que el ámbito ambiental cuenta con indicadores más tangibles, el social depende de métricas cualitativas y de una cultura organizacional consistente. No se trata solo de tener programas sociales o políticas de diversidad, sino de garantizar que estos principios estén integrados en las decisiones estratégicas y de inversión.
La mirada social también implica capacitación técnica. En un sector que avanza hacia la automatización y la digitalización, preparar a las personas para el futuro del trabajo es un compromiso social concreto. La sostenibilidad no se construye únicamente con nuevas tecnologías, sino con profesionales capaces de operarlas, adaptarlas y mejorarlas.
Por último, la “S” trata de pertenencia. Cuando colaboradores, proveedores, consumidores y comunidades sienten que forman parte de algo mayor, los resultados aparecen de manera natural. Cuidar de las personas, al fin y al cabo, es lo que sostiene cualquier transformación.









